En medio de la noche
- Afrodita Moderna
- 17 mar 2020
- 4 Min. de lectura
Marta se despierta de un sueño muy húmedo, compartiendo cama con su novio.
Él gritó su nombre cuando llegó al orgasmo, clavándole los dedos en el trasero mientras eyaculaba y ella... ella...
[...]
Marta se despertó de golpe, notando como el orgasmo se apagaba rápidamente conforme el sueño se terminaba.
—¡No! —gimió frustrada, mientras daba un manotazo a las sabanas. Se detuvo en seco cuando oyó un gemido a su derecha y recordó de pronto que su novio se había quedado a dormir esa noche en su casa. Se giró con cuidado, intentando hacer el mínimo ruido y se quedó contemplando a Nakor con la tenue luz que entraba por la ventada. Su perfil se dibujaba en la penumbra de la habitación, con sus perfectos brazos, ese culo prieto, esas pestañas espesas...
«Vale, mierda» Pensó Marta «Me estoy volviendo a poner cachonda». La tensión sexual seguía acumulada en su cuerpo, después de aquel sueño tan vivo y húmedo... Pensó en despertar a Nakor, pero sabía que había tenido una semana dura por los exámenes. «Aunque... si no hago ruido».
Marta movió las mantas y se acomodó boca arriba, esta vez con cuidado de no armar follón. Su manó descendió por su cuerpo hasta la cinturilla del pantalón y se deslizó por debajo de la ropa y a través del vello. Sonrió al notar la calor que se desprendía de sus genitales, pues enseguida le venia la mente las bromas que Nakor le hacía al respecto, algo del calor del amor y la pasión ardiente.
Acarició con suavidad los labios mayores, sin necesidad de muchos preámbulos pues lo único que quería era poder descargar toda la tensión y tener su ansiado orgasmo. Alternaba el dibujo de líneas con delicados pellizcos, que lentamente subían en dirección al clítoris. Su otra mano tomó uno de sus pequeños pechos y empezó a acariciarse el pezón, que ya estaba turgente, hasta que se puso complentamente duro. Los movimientos fueron certeros, con la experiencia que da la práctica, y en seguida volvió a sentirse en la cumbre. Los pechos turgentes, los genitales húmedos y henchidos, los labios entreabiertos, apenas pudiendo contener los gemidos.
De repente una voz ronroneó en su oreja:
—¿Qué haces? —Marta giró su cara, sin dejar de tocarse y se encontró con los brillantes ojos de Nakor clavados en ella. La mirada de él descendió lentamente hasta su entrepierna y poniendo un mohín añadió— ¿No té estarías divirtiendo sin mi, verdad? Que mala eres...
—Lo siento, yo... no quería despertarte.
—Shhh no te disculpes, nunca por esto. Pero ahora que ya estoy despierto, ¿me dejas participar? Aunque si quieres acabar tú sola, me limitaré a disfrutar de las vistas.
Marta se quedó unos segundos en silencio, ambos sonriendo en la oscuridad, le plantó un beso rápido en los labios y le susurró:
—Dime guarradas, cuéntame lo que quisieras hacerme ahora mismo.
Nakor se acercó al oído de su novia y empezó a explicarle como se subiría ahora mismo encima de ella, le devolvería el beso y seguiría besándola por todas partes.
—Y llegaría allá donde tienes los dedos, para introducir mi lengua dentro de tu cuerpo, en mi lugar favorito del mundo, cálido y acogedor.
Marta se estremeció mientras introducía un par de dedos en su vagina y se imaginaba que era la lengua de Nakor, penetrándole y lamiendo su interior. La otra mano bajó hacia el clítoris, al tomar su novio el relevo en sus pechos. Empezó a acariciarlos suavemente con las uñas, haciendo cada vez más presión en movimientos más amplios, hasta que los arañazos recorrían todo su abdomen, dándole ese punto de agresividad a las caricias que la volvía loca.
En un momento dado, una de las manos de Nakor se separó de ella y al notar movimientos al lado de sus piernas, Marta supo que su novio se estaba masturbando también. Giró entonces la cara y le besó profundamente, las lenguas luchando entre las bocas de ambos.
—Te quiero —susurró como pudo, con los labios aún pegados— eres el tío más sexy y más maravilloso del mundo, y estoy apunto de correrme.
Al oir eso, Nakor intensificó el beso y abrazó a Marta con la mano que tenía libre, mientras ella se estremecía con las ondas de su orgasmo, sintiendo esa maravillosa sensación que nacía de entre sus piernas y se expandía por todo su cuerpo. Cuando todo terminó, Marta se tomó un par de segundos para respirar hondo y relajarse, aunque toda la tensión había desaparecido de su cuerpo. Su novio seguía allí, con una sonrisa de lobo hambriento en la cara.
—Me encanta verte tener un orgasmo, esa expresión en tu cara... me pone a mil.
—Apenas debes poder ver nada.
—Me la se de memoria, puedo imaginármela perfectamente —contraargumentó, enterneciendo a la chica.
—Mmmm ¿Quieres acabar ahora? O...
—¿O...?
—No se... si quieres, puedo ayudarte.
La risa gutural de él fue todo lo que Marta necesitó antes de levantarse para ponerse a horcajadas sobre él. Íba a ser una noche muuuuy larga.
Me ha parecido muy elegante este primer relato, un grado erótico bien medido, sugerente y excitante. Iré leyendo los siguientes poco a poco ya que en éstos días no conviene subir demasiado la temperatura.
Te deseo mucha suerte con este nuevo proyecto.