Noche calurosa
- Afrodita Moderna
- 27 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Paloma se despertó en medio de la noche, sola en la cama con las sábanas revueltas. Se dirigió medio dormida hacia el comedor, siguiendo la luz que emitía el televisor y se encontró a Jordi tumbado en el sofá, en calzoncillos.
—Ay perdona amor, ¿te he despertado?
—No, no te preocupes, es imposible dormir con este calor.
—Si yo tampoco podía dormir… aunque el calor también tiene sus ventajas —la mirada de Jordi estaba clavada en su cuerpo, devorándola. En ese momento Paloma se dió cuenta de que el fino camisón se había arrapado por el sudor a su piel, marcando cada una de sus curvas. Sonriente y confiada, se acercó hacia él con sus generosos pechos, un poco caídos, meciéndose a cada paso y el pezón ya erecto recortándose contra la fina tela. Se recogió la rizada y oscura melena, echándola por encima de un hombro y deslizó un dedo por su cuello perlado de sudor.
—Creo que necesito una ducha ¿me acompañas?
Paloma se dirigió hacía el baño sin esperar respuesta y no tardó en escuchar los pasos de Jordi tras ella. Se quitó lentamente el camisón y lo lanzó al suelo de cualquiera manera, quedándose tan solo con unas braguitas rosas tipo culote. Se giró para encontrarse a Jordi a centímetros de distancia, sus labios separados solo por un suspiro y su piel tan cerca que podía sentir el calor que emanaba. Recorrió con las manos su torso, jugando a crear remolinos con el suave vello, dibujando corazones y espirales que fueron subiendo hasta sus hombros y se deslizaron por la espalda en forma de delicados arañazos. Llegó al trasero de su pareja y lo estrujó con cariño, acercándose a su cuerpo, notando como el pene erecto se restregaba contra una de sus piernas, tentadoramente cerca de su ingle. Ronroneó suavemente al oído de Jordi, cuando este empezó a restregarse contra ella con suaves movimientos circulares, acercando su miembro cada vez más a la vulva de Paloma que cada vez se notaba más vacía y caliente, deseando que Jordi siguiera sus roces y caricias sin tanta ropa por en medio.
—Cariño… —arrastró las palabras, en apenas un susurro— así me está entrando más calor.
—Vaya, ¡Qué torpeza la mía! permíteme que le ponga remedio. —la tomó de la mano, acompañándola hacia la ducha y empezó a cubrir su ardiente piel con delicados y dulces besos, depositando sus labios apenas segundos sobre la piel de ella, dejando soplidos suaves y frescos tras de sí, provocando un rastro de piel de gallina. La excursión prosiguió a los hombros y los brazos, deteniéndose en la parte interna del codo, donde sabía que Paloma era muy sensible. Besó, lamió, y acarició dúlcemente con el pulgar, dibujando suaves círculos y resiguiendo el patrón de las venas, mientras ella se estremecía de placer. Bajó entonces hacia el vientre, arrodillándose ante ella y beso con amor y reverencia su vientre ligeramente pronunciado, donde crecía el nuevo miembro de su familia. Paloma sonrió dichosa y se recostó contra la agradablemente fría pared del baño, arqueándose ligeramente para ofrecerse a él.
—Las vistas son estupendas desde aquí abajo, pero quiero ver más —susurró Jordi mientras deslizaba hacia abajo las bragas de Paloma para dejar al descubierto su postre de medianoche. Ella lo vio desaparecer entre sus piernas, las manos agarrándola firmemente de las nalgas para acercarla contra su cara, devorando con deleite las mieles de su interior. Paloma cerró los ojos, dejando ir un suspiro y se dejó llevar por las sensaciones: La húmeda y cálida lengua de Jordi que jugueteaba con su vulva solo hacía que aumentar la temperatura de esa zona, que ya de por si estaba ardiendo por el deseo de la mujer; la nariz de él acariciando a la altura perfecta para hacer leves cosquillas en el clítoris; las palmas de las manos agarrando fuertemente su trasero, fijándola en esa posición; el ronco sonido de su respiración, acelerada por la excitación y el deseo. Paloma se deshacía de placer, extasiada, el calor invadía todo su cuerpo y la dejaba embotada, incapaz de centrarse en algo que no fuera las carícias de Jordi. Notando el orgasmo cerca, Paloma suplicó por más. La lengua de él se movió más rápido en respuesta, recorriendo como loco cada recoveco de arriba abajo y de abajo a arriba, la lengua entrando unos centímetros en su interior y repasando de nuevo toda la vulva, amarrándose a ella como si le fuera la vida, tragando sediento sus fluidos y soltando gemidos ahogados contra las carnes de ella que se mezclaron en harmonía con los suspiros de placer de Paloma. Ella gritó su nombre cuando Jordi empezó a succionar su clítoris, y los dedos tomaron el relevo de la lengua, deslizándose con facilidad por entre sus labios debido a la humedad. Empotrándola contra la pared, fue penetrándola con firmeza mientras la boca no se despegaba de sus genitales, chupándola con frenesí y pasión, cogiendo un ritmo constante y demoledor, sin pausa, sin descanso, succionando y lamiendo, lamiendo y succionando, hasta que el ardor estalló en el cuerpo de Paloma y el orgasmo la golpeó con fuerza, dejándola exhausta y saciada, con la respiración y el pulso recuperándose poco a poco, y la piel ardiente y sudorosa.
Ayudó a Jordi a levantarse del suelo y se fundieron ambos en un apasionado beso. Él se quitó los calzoncillo y se metieron ambos en la ducha, bien apretados, para seguirse besando bajo el agua fría.
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